Sin haber sido invitados, nos estamos obligando a un debate que no es nuestro. Y que nunca será, como se establece en un terreno que es estéril para el desarrollo de perspectivas insurreccionales y de las ideas anarquistas y las actividades que se centran en el desarrollo. Por lo tanto, ustedes pueden preguntar, ¿por qué escribir una carta? Porque nada es más cercano al corazón de la revuelta libertaria y destructivo, que la lucha por la subversión de lo existente, porque nunca dejaremos de reconocer a nosotros mismos en todos los compañeros que deciden atacar las estructuras y la gente del poder en un deseo de libertad; porque hay algunas cosas que apreciamos más de la voluntad individual, la lucha por la coherencia y la valentía de encender la mecha, por encima de todo. No creo que se escriba esta premisa, en un intento de complacer, es sincero, como es nuestra preocupación por la amputación voluntaria del dominio de la lucha anarquista.

Seamos claros: más que nunca hay una necesidad de la intervención destructiva de los anarquistas, más que nunca es el momento de intensificar, a la búsqueda de posibilidades e hipótesis que permite la extensión de la revuelta y la insurrección y de esta manera la velocidad de vuelco de este mundo. Pero esta necesidad y urgencia no nos exime de la obligación de pensar qué, dónde, cómo y por qué.

Vamos a ser directos: por qué razones son anarquistas (que no tienen ninguna dificultad en comprender por qué los autoritarios han de serlo) de forma sistemática reivindicación sus actos y la firma con las siglas que se han convertido en mundialmente famoso?¿Qué los lleva a asociar este camino con una forma extrema de la coherencia entre pensamiento y acción, entre teoría y práctica, cuando en realidad se trata simplemente de la supresión ilusoria de una tensión permanente que debe existir entre ellos y que es sin lugar a dudas la fuerza motriz detrás el movimiento anarquista? Se corre el riesgo manía difusión proyectando su sombra sobre todos los actos de rebelión. No sólo las acciones de los anarquistas que alegremente pasan por el trago amargo y decepcionante siempre de la demanda, sino también, y quizás sobre todo, la acción del panorama más general de la rebelión y la conflictividad social. Tal vez esa es una de las “razones” que nos ha empujado a escribir este texto. Cansado de vivir y encontrar el campo anarquista de ataque, el sabotaje y la expropiación de más y más asimilados a una sigla y, como tal representación, política, cansado de ver el estrechamiento de horizonte en dos opciones falsamente opuestas: o bien “respetable” el anarquismo, corriendo detrás de las asambleas , los movimientos sociales y sindicatos de base del comercio, o “malo” el anarquismo, se ruega a los sellos de su contribución a la guerra social con algunas siglas – y si no lo haces, alguien más lo hará por usted.

Debido a que también optan a los ataques. También sabotear la maquinaria del capital y la autoridad. También optar por no aceptar un puesto de la mendicidad y no poner fuera de la expropiación forzosa hasta mañana. Pero sí creemos que nuestras actividades son simplemente parte de una conflictividad social más amplio, una conflictividad que no necesita reclamos y las siglas. Creemos que sólo cuando las acciones son anónimas pueden realmente ser apropiados para todo el mundo. Creemos que colocando un sello en un ataque se está moviendo el ataque de lo social a lo político, en el campo de la representación, delegación, actores y espectadores. Y, como se ha dicho antes en este tipo de debate, no es suficiente para proclamar la negativa de la política: su negativa implica la coherencia entre medios y fines, y la demanda es un instrumento político a la igual que la tarjeta de membresía, el programa, la declaración de principios.

Más allá de eso, hay una cierta confusión que queremos exponer, porque no podemos seguir y quedarnos y ver a un contenido que es cada vez más, y está dando a conceptos tales como la informalidad. La elección de un movimiento anarquista autónomo informal implica el rechazo de las estructuras fijas, de asociaciones, federaciones de centralizar y unificar, y por lo tanto, también se fijan las firmas recurrentes, si no todas las firmas. Se trata de la negativa de la elaboración de los programas, el destierro de todos los medios políticos, y por lo tanto también de las reclamaciones de programación que dicen estar en la posición de delinear las campañas.

Es el rechazo de toda la centralización, y así también de todas las estructuras paraguas, no importa si se declara verbalmente “informal” o formal. En un sentido positivo, para nosotros la informalidad representa un archipiélago ilimitado e indefinido de grupos autónomos y las personas que están forjando vínculos basados ​​en la afinidad y el conocimiento mutuo y que deciden sobre esa base, la realización de proyectos comunes. Es la opción para los pequeños, la afinidad basada en los círculos que hacen su propia autonomía, perspectivas y métodos de acción de base para la creación de vínculos con los demás. La organización informal no tiene nada que ver ni con las federaciones o las siglas. Y lo que llevó a algunos compañeros a hablar no sólo sobre la informalidad, sino de “insurreccionalismo” también? Con el riesgo de devaluar el amplio panorama de ideas, análisis, hipótesis y propuestas, se podría decir que “insurreccionalismo” contiene los métodos y perspectivas que, de un anarquismo sin compromiso, queremos contribuir a “situaciones insurreccionales. El arsenal de los métodos anarquistas de esta contribución es enorme. Por otra parte, el uso de métodos (agitación, ataques, propuestas de organización, etc) en sí mismo significa casi nada: sólo en un pensamiento-hacia fuera y la evolución de ‘proyectualidad’ que adquieren significado en la lucha. El incendio de un edificio del Estado es sin lugar a dudas siempre es bueno, pero no es necesariamente inscrito en una perspectiva insurreccional “como tal”. Y esto cuenta mucho menos para la elección, por ejemplo, con el objetivo de ataques especialmente contra en lugar central, los objetivos espectaculares, acompañados por las confesiones de fe. No es casualidad que en otros momentos de projectualities insurreccional, el énfasis fue puesto sobre todo en modestas, las acciones reproducible y anónima de ataques en comparación con las estructuras más centralizadas y la gente de poder, o en la necesidad de sabotaje certero de las infraestructuras que no necesitan de ecos en los medios de comunicación con el fin de alcanzar sus metas, por ejemplo, la inmovilización de transporte, datos, y los suministros de energía.

Parece que no son todo lo que muchos puntos de vista detrás de la manía actual de reclamaciones, o por lo menos, tenemos dificultades para descubrirlos. De hecho, y esto no quiere decir que queremos subestimar la rebelión sincera y valiente de los compañeros, parece como si no es ante todo una lucha por el reconocimiento. Un reconocimiento por parte del enemigo, que se apresuran a completar su lista de organizaciones terroristas, que significa el principio del fin: el enemigo comienza a trabajar para aislar una parte de la conflictividad de la conflictividad en general, un aislamiento que no sólo es el precursor de la represión (y en realidad no importa, la represión siempre está ahí – no vamos a llorar por el hecho de que las actividades anarquistas siempre están siendo seguidos por los ojos del Argos, y procesado por lo tanto), pero sobre todo, y que el más importante, es el medio más eficaz para luchar contra todas las posibles infecciones.

En la situación actual del cuerpo social, que está enferma y en deterioro, lo mejor es por el poder un cuchillo bien clara, y definida que trata de apuñalar a un pedazo de él, mientras que los peores por el poder es un virus que los riesgos de daño a todo el cuerpo en una forma intangible e incontrolable por lo tanto. ¿O estamos equivocados, y es todo más información sobre el reconocimiento de los explotados y los excluidos? Pero, ¿estamos los anarquistas no contra todas las formas de delegación, de un magnífico ejemplo que a menudo legitimar la renuncia? Sin duda alguna, nuestras prácticas puede ser contagiosa, y nuestras ideas aún más, pero sólo a condición de que traer de vuelta la responsabilidad de actuar de cada individuo por separado, cuando se pregunta la renuncia como una elección individual. Para inflamar los corazones, sin duda, pero cuando esto no tiene el oxígeno de su propia convicción, el fuego se extingue rápidamente y en el mejor de los casos, simplemente se hará un seguimiento por parte de algunos aplausos de los mártires próximos. Y aun así, sería realmente muy irónico que el principal de oposición política, los anarquistas, fueron a tomar el relevo de la representación y, en los pasos de sus predecesores autoritarios, la conflictividad social separada de la subversión inmediata de todos los roles sociales, y hacer esto en momentos en que la mediación política (partidos políticos, sindicatos, reformismo) poco a poco va quedando obsoleta y anticuada. Y no hace ninguna diferencia si quieren hacer esto a la cabeza de los movimientos sociales, hablando las grandes verdades en las asambleas populares o por medio de un determinado grupo armado. O es todo apunta a lograr “coherencia”? Por desgracia, los anarquistas que el intercambio de la búsqueda de la coherencia de los acuerdos tácticos, las alianzas y separaciones nauseabundo estratégica entre medios y fines han existido siempre. La coherencia anarquista es sin lugar a dudas también se encuentran en la negación de todo esto. Pero esto no quiere decir que, por ejemplo, una cierta condición de “clandestinidad” sería más coherente. Cuando la clandestinidad no es visto como una necesidad (ya sea porque la represión nos está persiguiendo o porque es necesario una acción específica), sino como una especie de pinnacle de la actividad revolucionaria, no hay mucho más de izquierda de la infame un legalismo. Con el fin de imaginar esto, podría ser suficiente para compararla con la situación social en Europa: no es que miles de personas están viviendo en una realidad “clandestina” situación (personas sin papeles), que se hace de forma automática y objetiva, una amenaza al legalismo y coronas como “sujetos revolucionarios”. ¿Por qué habría de ser diferente para los anarquistas que viven en condiciones de clandestinidad? O podría ser todo sobre asustar a los enemigos? Un elemento recurrente en las demandas es que al parecer hay anarquistas que creen que pueden asustar a poder expresar las amenazas, la publicación de fotografías de las armas o la explosión de bombas pequeñas (y no hablemos de la despreciable práctica de enviar cartas-bomba). En comparación con la masacre diaria, organizado por el poder que parece un poco ingenuo, sobre todo para aquellos que no tienen ilusiones de izquierda sobre los gobernantes que son más sensibles, el capitalismo con rostro humano, o las relaciones más honestas dentro del sistema. Si el poder, a pesar de su arrogancia, se que temer nada de lo que sería la propagación de la revuelta, la siembra de la desobediencia, la ignición no controlada de los corazones. Y por supuesto, el relámpago de la represión no perdonará a los anarquistas que quieren contribuir a ello, pero eso no quiere demostrar lo “peligroso” que son en modo alguno, que tal vez sólo habla de lo peligroso que sería si nuestras ideas y prácticas se extendiera entre los excluidos y explotados.

Estamos continuamente sorprendido por lo poco que la idea de algún tipo de sombra es capaz de complacer a los anarquistas contemporáneos, los que no quieren resignarse, esperar o construir organizaciones de masas.

Solíamos estar orgullosos de ello: nos pondría a todos en todos para hacer el pantano de la conflictividad social, ampliar y para hacer imposible que las fuerzas de la represión y la recuperación de penetrar. No fuimos a buscar el centro de atención, o por la gloria del guerrero: en la sombra, en el lado oscuro de la sociedad a la que contribuyó a la alteración de la normalidad, a la destrucción de las estructuras anónimas de control y represión, a la ‘ liberación “de tiempo y espacio a través del sabotaje a fin de que la revuelta social podría continuar. Y se utilizó para difundir nuestras ideas con orgullo, de forma autónoma, sin hacer uso de los ecos de los medios de comunicación, lejos de la política espectáculo como la ‘oposición’ uno. Una agitación que no estaba tratando de ser filmado, reconoció, pero que trató de rebelión de combustible en todas partes y establecer vínculos con otros rebeldes en la revuelta compartida.

Parece que hoy más que algunos compañeros han optado por la solución fácil de la identidad de la circulación de ideas y la rebelión, y que de esta manera reducir las relaciones de afinidad con algo de unión. Por supuesto que es más fácil recoger algunos productos terminados de los estantes del mercado de militantes de opiniones y consumir, en vez de desarrollar un seguimiento adecuado lucha que hace una ruptura con ella. Por supuesto que es más fácil darse a sí mismo la ilusión de la fuerza mediante el uso de una sigla común de enfrentar el hecho de que la “fuerza” de la subversión se encuentra en el grado y en la forma en que pueden atacar el cuerpo social con prácticas liberadoras e ideas. ”La formación de un frente de identidad y podría ofrecer la dulce ilusión de tener sentido, sobre todo en el espectáculo de la tecnología de la comunicación, pero no borra todos los obstáculos del camino. Aún más, se muestran todos los síntomas de la enfermedad de una concepción no tan-anarquista de lucha y la revolución, que cree en la posibilidad de plantear un mastodonte anarquista ilusión antes de que el mastodonte de la energía en forma simétrica. La consecuencia inmediata es la cada vez más el estrechamiento del horizonte a una introspección no muy interesantes, algunas palmaditas en la espalda, aquí y allá y la construcción de un marco de exclusiva auto-referencia.

No nos extrañaría que esta manía se para paralizar el movimiento anarquista, incluso con respecto a nuestra contribución a las revueltas cada vez más frecuente, espontáneo y destructivo. De ser encerrado en la auto-promoción y la auto-referencia, con la comunicación reducida a las demandas de publicación en Internet, no parece que los anarquistas será capaz de hacer muchas cosas (aparte de las explosiones e incendios obligatorio, a menudo en contra de los objetivos que el personas en la revuelta ya están muy destruyendo a sí mismos) cuando la situación se está explotando en su vecindario. Parece que cuanto más nos parece que llegar a la posibilidad de insurrecciones, la más tangible de estas posibilidades se están convirtiendo, a los anarquistas menos quiere estar ocupado con él. Y esto tiene el mismo valor para aquellos que están cerrando en sí mismos una ideología de la lucha armada. Pero ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de perspectivas insurreccionales? Definitivamente no es sólo de una multiplicidad de ataques, menos aún cuando éstos parecen tender hacia el terreno exclusivo de los anarquistas con sus frentes. Mucho más que un duelo singular armado con el Estado, la insurrección es la ruptura de múltiples con el tiempo, el espacio y los roles de dominación, una ruptura necesariamente violenta que puede significar el comienzo de la subversion de las relaciones sociales. En ese sentido, la insurrección es más bien un desencatamiento social, que va más allá de una generalización de la revuelta o disturbios, pero que ya lleva en su negación al principio de un nuevo mundo, o al menos se debe hacer. Es precisamente la presencia de esa tensión utópica que ofrece algo de agarre en contra de la vuelta a la normalidad y la recuperación de los roles sociales después de la gran fiesta de la destrucción. Por lo tanto, puede ser evidente que la insurrección no es una cuestión puramente anarquista, a pesar de nuestra contribución al mismo, nuestra preparación hacia ella, nuestros puntos de vista insurreccional, podría en el tiempo futuro fuera de toda duda importante y decisivo tal vez para empujar el desencadenamiento de la negación hacia una dirección liberadora . Abandonar de antemano estos temas difíciles – que deberían estar ganando importancia en un mundo que es cada vez más inestable y más – por encerrarnos en un gueto basado en la identidad y el aprecio de la ilusión del desarrollo “fuerza” de las firmas común y la “unificación” de anarquistas que se preparan para atacar, se convierte inevitablemente en la negación de todas las perspectivas insurreccionales.

Para volver al mundo de los frentes y las siglas, podríamos por ejemplo hablar de la referencia obligada a compañeros presos como una señal clara de los mismos dentro de un marco de restricción de la exclusiva auto-referencia. Parece que una vez encerrado por el Estado, estos compañeros no son compañeros ya que estamos, pero son precisamente ‘encarcelados’ camaradas. De esta manera, las posiciones en los debates que ya es difícil y doloroso se fijan de una manera que sólo puede tener dos salidas: o la glorificación absoluta de nuestros compañeros presos, o el rechazo absoluto, que puede rápidamente convertirse en una renuncia de desarrollo y pone en práctica solidaridad.

¿Sigue teniendo sentido seguir repitiendo que nuestros compañeros presos no son colocados por encima o por debajo de otros compañeros, pero son simplemente entre ellos? ¿No es notable que, a pesar de las muchas luchas contra las cárceles, la corriente actual es de nuevo saliendo con “políticos” los presos, el abandono de una perspectiva más general de lucha contra la prisión, la justicia, …? De este modo, corremos el riesgo de completar lo que el Estado ya estaba tratando de realizar en primer lugar mediante el bloqueo de nuestros compañeros hasta: convirtiéndolas en puntos de referencia abstracto, idolatrado y central, que se les aísla de la guerra social en su conjunto. En lugar de buscar maneras de mantener los lazos de solidaridad, afinidad y complicidad a través de las paredes, colocando todo en el medio de la guerra social, la solidaridad se está reduciendo en la cita de nombres al final de una reclamación. Además de eso, se trata de generar un movimiento desagradable circular sin perspectiva mucho más, un mayor nivel de ataques que son “dedicadas” a los demás, en lugar de tomar la fuerza de nosotros mismos y de la elección de cuándo, cómo y por qué intervenir en determinadas circunstancias .

Pero la lógica de la lucha armada-ismo es imparable. Una vez puesto en marcha, que por desgracia se hace muy difícil de contrarrestar. Todo el mundo que no se une y asume su defensa frente a los compañeros que no quieren actuar, o ataque, que se someten a la revuelta de los cálculos y las masas, que sólo quiere esperar y se niegan la necesidad de encender la mecha aquí y ahora . En el espejo deformado, el rechazo de la ideología de la lucha armada es igual a la negativa de la lucha armada en sí. Por supuesto, esto no es cierto, pero para quien quiera escuchar que no hay espacio para la discusión queda abierta. Todo se reduce a un pensamiento en bloques, en favor y en contra, y el camino que nos parece más interesante, el desarrollo de projectualities insurreccional está desapareciendo en el fondo. Para el aplauso de los defensores de las libertades formales y la pseudo-radicales, así como las fuerzas represivas, que no desean nada más que el agotamiento de este pantano. Debido a que todavía quiere discutir proyectualidad hoy, cuando el único ritmo que la lucha parece haber es la suma de los ataques reclamados en la internet? Que todavía está en busca de una perspectiva que quiere hacer algo más que la huelga sea un poco? Hay, por cierto, no hay duda de que: llama la atención es necesaria, aquí y ahora, y con todos los medios que creemos adecuada y oportuna. Pero el reto de la elaboración de un proyectualidad, cuyo objetivo es el intento de desencadenar, ampliación o profundización de situaciones insurreccionales, exige un poco más de la capacidad de la huelga. Que exige el desarrollo de ideas propias y no la repetición de palabras de otras personas, la fuerza para desarrollar la autonomía real en términos de lucha y capacidad, la búsqueda lenta y difícil para las afinidades y la profundización del conocimiento mutuo, un cierto análisis de las circunstancias sociales en el que actuamos, el valor de elaborar hipótesis de la guerra social con el fin de dejar de correr detrás de los hechos o de nosotros mismos. En pocas palabras: no sólo la demanda de la capacidad de utilizar ciertos métodos, pero sobre todo las ideas de cómo, dónde, cuándo y por qué usarlos, y luego en combinación con un espectro entero de otros métodos. De lo contrario no habrá anarquistas de izquierda, sólo un espectro de funciones fijas: propagandistas, los ocupantes ilegales, luchadores armados, expropiadores, los escritores, los interruptores de la ventana, los manifestantes, etc No habría nada más doloroso que nos encontramos tan desarmados frente a la inminente tormenta social que para cada uno de nosotros sólo queda especialidad. No habría nada peor en la explosiva situación social de tener que en cuenta que los anarquistas están demasiado involucrados en su propio patio trasero para poder contribuir realmente a la explosión. Que daría el gusto más amargo de las oportunidades perdidas cuando, al centrarse exclusivamente en el gueto de identidad, abandonaría el descubrimiento de los cómplices dentro de la tormenta social, la forja de relaciones de ideas y prácticas en común con otros rebeldes, rompiendo con todas las formas de la comunicación mediada y la representación y de esta manera abrir un espacio de verdadera reciprocidad que es alérgica a todo el poder y la dominación. Pero como siempre nos negamos a la desesperación. Somos conscientes de que muchos compañeros están en busca de posibilidades para atacar al enemigo y establecer vínculos con otros rebeldes a través de la difusión de las ideas anarquistas y las propuestas de lucha, en un tiempo y espacio que abandona todo espectáculo político. Es probablemente el camino más difícil, porque nunca será recompensado. No por el enemigo, no por las masas y la mayoría probablemente no por otros compañeros y revolucionarios. Pero tenemos una historia dentro de nosotros, una historia que nos une a todos los anarquistas y los que obstinadamente se siguen negando a ser cerrados, ya sea dentro del movimiento “oficial” anarquista, o en la reflexión de lucha armada-ista de la misma. Los que siguen negándose a difundir las ideas por separado de las formas en que podemos difundirlas, tratando así de todos los exiliados políticos de mediación, incluyendo la demanda. Los que no les importa mucho quién hizo esto o aquello, pero no puede conectarlo a su propia rebelión, sus proyectualidad propia que se expande en la única conspiración que queremos: el de las individualidades rebeldes de la subversión de lo existente.

 

20 de noviembre 2011